miércoles, 30 de septiembre de 2009

Recuperan especies silvestres en el Pirineo aragonés

En el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón CITA, se lleva a cabo un proyecto de recuperación de especies frutales antiguas en el que se pretende garantizar la supervivencia de los recursos fitogenéticos en toda su riqueza y diversidad, y especialmente en aquellos en peligro de desaparición.

CITA // Pilar Errea   30.09.2009
Ejemplar de cerezo de montaña recuperado por el CITA.
En las montañas del Pirineo aragonés se encuentran numerosos pequeños núcleos de población, basados en agricultura tradicional y ganadería trashumante, donde los pequeños huertos constituían una base importante de su subsistencia. Los huertos se localizaban siempre en zona de regadío y cerca de pueblo, y ocupaban los suelos más fértiles. Los frutales raramente ocupaban parcelas completas, y casi siempre aparecían y aparecen diseminados por los márgenes de los campos de regadío, con el fin de aprovechar los posibles riegos de los cultivos sembrados en el campo, de no dificultar el laboreo en el suelo y de no retrasar con su sombra el crecimiento de dichos cultivos.
Así se han desarrollado especies y variedades autóctonas durante décadas en sistemas primitivos de agricultura, bien adaptados a su medio ambiente y a las condiciones culturales y económicas, y en equilibrio con su medio. La selección efectuada por los agricultores en sus huertos familiares durante generaciones, ha generado una gran diversidad de material vegetal frutal de calidad, que constituyen un gran patrimonio genético.
Sin embargo, durante los años 50 y 60, se asiste a un intenso proceso de contracción del espacio agrícolas en el conjunto de las montañas españolas en proporciones exceptualmente elevadas, con perdidas demográficas que en ocasiones representa mas del 75% de la población de principios de siglo, lo que supone para las montañas del Pirineo aragonés una pérdida de la superficie cultivada del 70 %. Paralelamente, a partir de los años 50 tienen lugar importantes transformaciones que provocan el paso de sistemas agrícolas primitivos a los actuales.
Se introduce la mecanización, se prima la especialización de la producción, se introducen variedades genéticas mejoradas en origen, todo ello para producir un incremento de la productividad. Esto condiciona la fruticultura con profundos cambios, entre ellos la sustitución de cultivos tradicionales por otros mejorados de orígenes diversos, y que rentabilice las producciones.
Todo ello ha originado una importante erosión del patrimonio frutal que durante años han desarrollado los agricultores y que han permanecido estables durante largos periodos. Estas variedades autóctonas se han mantenido siglos en cultivo por alguna característica determinada, y representa un fondo genético al que los programas de mejora, a pesar de tratarse de variedades tradicionales, deben acudir para cubrir necesidades puntuales. Las líneas actuales de la mejora genética observan la calidad de los productos agrícolas debido a la creciente demanda social en lo referente a la salud (obtención de productos con más proteínas, vitaminas, mejores cualidades organolépticas, etc.)..
La estrategia de esta recuperación incluyen la prospección y propagación del material frutal interesante, su caracterización tanto pomológica como molecular y la posterior evaluación de todo su potencial agronómico. En este proceso de recuperación un aspecto fundamental es la localización del material a lo largo de toda la geografía aragonesa. La colaboración de los Agentes de Protección de la Naturaleza del Departamento de Medio Ambiente, abrió las puertas a la realización del inventario de estas especies en peligro de extinción, que posteriormente podrían ser localizadas y recolectadas para ser identificadas y recuperadas mediante las técnicas apropiadas. Fruto de esta colaboración se ha llevado a cabo la elaboración de un inventario con un importante numero de especies y variedades frutales distribuidas por la geografía aragonesa, centradas en ejemplares antiguos y fundamentalmente de los que se encuentran en zonas abandonadas y en peligro de extinción. El inventario de las especies efectuado hasta el momento ha abarcado un total de 18 comarcas y 114 municipios. La distribución de estas especies y variedades abarca ámbitos geográficos muy diversos, por tratarse de municipios que se encuentran en gran parte en zonas de montaña.

Frutales de pepita y hueso
El inventario así como la recogida de material se ha centrado en aquellos frutales tanto de pepita como de hueso que constituían la base de la producción frutal de antaño. Así mismo se han localizado frutales diversos que aunque en menor medida por el numero de localizaciones, representan un fondo genético interesante para incorporar a los programas de recuperación de especies (membrilleros, granados, albergeros, nísperos...). Actualmente se encuentran en proceso de valoración agronómica mas de 400 entradas de material frutal, que incluyen manzanos, perales, ciruelos, cerezos, higueras, acerolos, y otras especies frutales.

Uno de los principales limitantes del material de estudio es que, por tratarse de árboles viejos y abandonados, en alguno es imposible hacer una evaluación e identificación del material in situ. Esto lleva a un elevado número de recolecciones con el riesgo de duplicar material y de tener que esperar dos-tres años a que los árboles injertados den fruto y se puedan identificar con fidelidad. La utilización de marcadores moleculares en una primera fase permite tanto evitar duplicaciones de material inútiles, como el identificar tempranamente aquellos individuos que se correspondan con variedades convencionales. Estas nuevas técnicas moleculares unidas al conocimiento de las especies frutales que proporciona las diversas colecciones que actualmente se ubican en el CITA, hacen que el proceso de identificación de los frutales seleccionados se vea altamente rentabilizado.

Para garantizar la recuperación del mismo genotipo localizado, se recurre a una propagación vegetativa, mediante la toma de muestras de una parte de la planta que luego se somete a las diversas técnicas de propagación, bien mediante esquejes, injerto o cultivo in vitro. Esta propagación garantiza que el individuo que se propaga es exactamente igual al original.

El proceso de identificación y valoración del material termina con la evaluación agronómica del material seleccionado y propagado. En esta evaluación se describen los principales caracteres agronómicos como son época de floración, vigor, adaptación al suelo, producción frutal, épocas de maduración…. en parcelas experimentales que se encuentran en distintos ámbitos geográficos, lo que permite la evaluación de este material dentro y fuera de su ámbito ecológico y de esta forma valorar todo su potencial agronómico.